* Cada niño viene al mundo para expandirse, desarrollarse, amar, expresar
sus necesidades y sus sentimientos.
*
Para poder desarrollarse, el niño necesita el respeto y la protección
de los adultos, tomándolo en serio, amándolo y ayudándolo a orientarse.
*
Cuando explotamos al niño para satisfacer nuestras necesidades de adulto,
cuando le pegamos, castigamos, manipulamos, descuidamos, abusamos de
él, o lo engañamos, sin que jamás ningún testigo intervenga en su favor,
su integridad sufrirá de una herida incurable.
*
La reacción normal del niño a esta herida sería la cólera y el dolor.
Pero, en su soledad, la experiencia del dolor le sería insoportable,
y la cólera la tiene prohibida.
No
le queda otro remedio que el de contener sus sentimientos, reprimir
el recuerdo del traumatismo e idealizar a sus agresores.
Más
tarde no le quedará ningún recuerdo de lo que le han hecho.
*
Estos sentimientos de cólera, de impotencia, de desesperación, de nostalgia,
de angustia y de dolor, desconectados de su verdadero origen, tratan
por todos los medios de expresarse a través de actos destructores, que
se dirigirán contra otros (criminalidad, genocidio), o contra sí mismo
( toxicomanía, alcoholismo , prostitución, trastornos psíquicos, suicidio).
*
Cuando nos hacemos padres, utilizamos a menudo a nuestros propios hijos
como víctimas propiciatorias: persecución, por otra parte, totalmente
legitimada por la sociedad, gozando incluso de un cierto prestigio desde
el momento en que se engalana con el título de educación.
El
drama es que el padre o la madre maltratan a su hijo para no sentir
lo que le hicieron a ellos sus propios padres.
Así
se asienta la raíz de la futura violencia.
*
Para que un niño maltratado no se convierta ni en un criminal, ni en
un enfermo mental es necesario que encuentre, al menos una vez en su
vida, a alguien que sepa pertinentemente que no es él quien está enfermo,
sino las personas que lo rodean.
Es
únicamente de esta forma que la lucidez o ausencia de lucidez por parte
de la sociedad puede ayudar a salvar la vida del niño o contribuir a
destruirla.
Esta
es la responsabilidad de las personas que trabajan en el terreno del
auxilio social, terapeutas, enseñantes, psiquiatras, médicos, funcionarios,
enfermeros.
*
Hasta ahora, la sociedad ha sostenido a los adultos y acusado a las
víctimas.
Se
ha reconfortado en su ceguera con teorías, que están perfectamente de
acuerdo con aquellas de la educación de nuestros abuelos, y que ven
en el niño a un ser falso , con malos instintos, mentiroso, que agrede
a sus inocentes padres o los desea sexualmente.
La
verdad es que cada niño tiende a sentirse culpable de la crueldad de
sus padres. Y como, a pesar de todo, sigue queriéndolos, los disculpa
así de su responsabilidad .
*
Hace solamente unos años, se ha podido comprobar, gracias a nuevos métodos
terapeúticos, que las experiencias traumatizantes de la infancia, reprimidas,
están inscritas en el organismo y repercuten inconscientemente durante
toda la vida de la persona.
Por
otra parte, los ordenadores que han grabado las reacciones del niño
en el vientre de su madre, han demostrado que el bebé siente y aprende
desde el principio de su vida la ternura, de la misma manera que puede
aprender la crueldad.
*
Con esta manera de ver, cada comportamiento absurdo revela su lógica
, hasta ahora ocultada, en el mismo instante en que las experiencias
traumatizantes salen a la luz.
*
Una vez conscientes de los traumatismos de la infancia y de sus efectos
podremos poner término a la perpetuación de la violencia de generación
en generación.
*
Los niños, cuya integridad no ha sido dañada, que han obtenido de sus
padres la protección, el respeto y la sinceridad necesaria, se convertirán
en adolescentes y adultos inteligentes, sensibles, comprensivos y abiertos.
Amarán
la vida y no tendrán necesidad de ir en contra de los otros, ni de ellos
mismos, menos aún de suicidarse. Utilizarán su fuerza únicamente para
defenderse.
Protegerán
y respetarán naturalmente a los más débiles y por consecuencia a sus
propios hijos porque habrán conocido ellos mismos la experiencia de
este respeto y protección y será este recuerdo y no el de la crueldad
el que estará grabado en ellos.
Alice
Miller 2008 /
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